Querida Holly… presiento que esta es la última carta. Porque solo me queda una cosa para decirte. No es para que me recuerdes o para hacerte comprar una lámpara. Tú puedes cuidarte sin mi ayuda.
Es para decirte cuánto me mueves. Cuánto me cambiaste. Me convertiste en un hombre al amarme, Holly… y por eso te estoy eternamente agradecido. Literalmente.
Si puedes prometerme algo, prométeme que cuando estés triste... o insegura... o pierdas la fe por completo… tratarás de verte a ti misma a través de mis ojos.
Gracias por el honor de ser mi esposa. Soy un hombre que no se arrepiente de nada. Que afortunado soy. Tú hiciste mi vida, Holly, pero yo solo soy un capítulo en la tuya. Habrá más. Te lo prometo.
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