¿Has amado alguna vez a alguien hasta llegar a sentir que ya no existes? ¿Hasta el punto en el que ya no te importa lo que pase? ¿Hasta el punto en el que estar con él ya es suficiente, cuando te mira y tu corazón se detiene por un instante?
Los amores de verano terminan por todo tipo de razones, pero al fin y al cabo todos tienen algo en comun: son estrellas fugaces. Un espectacular momento de luz celestial, una esfimera luz de la eternidad que en un instante se van.
Me gusta que tengas frío cuando fuera hace 21ºC, me gusta que te cueste una hora y media pedir un sandwich, adoro la arruga que se te forma aquí cuando me miras como si estuviera loco, me gusta oler tu perfume en mi ropa después de pasar el día contigo y quiero que seas la última persona con la que hable antes de dormirme por las noches.
¿Razón o instinto?
El cuerpo dice si. La mente dice no. Las palabras dicen no. La mirada dice si. Mi razon se niega. Mi instinto afirma. Los brazos se cierran. Los deseos se abren.
La escritura libera. La realidad esclaviza.
Y mi ser se divide en dos combatiendo, luchando para ver quien de los dos gana la batalla.